El consumo excesivo de sal es frecuentemente señalado como uno de los principales responsables de la formación de cálculos renales. Sin embargo, nuevas investigaciones indican que hay otro componente en nuestra dieta que merece una mayor atención: el azúcar. Según estudios recientes, las personas que consumen 25% o más de sus calorías diarias provenientes de azúcares añadidos tienen 88% más probabilidades de desarrollar cálculos renales.
Estudios indican que el exceso de azúcar en la dieta puede aumentar los niveles de calcio en la orina, uno de los principales factores de riesgo para la formación de cálculos renales. Este aumento de calcio puede acelerar la formación de piedras, especialmente en individuos predispuestos.
¿Qué son los azúcares añadidos?
Los azúcares añadidos son aquellos que no provienen naturalmente en los alimentos, sino que se incorporan durante el procesamiento o preparación. Ejemplos incluyen sacarosa, jarabe de maíz rico en fructosa, miel, melaza y otros aditivos. Los alimentos naturales como frutas, que contienen fructosa, no aumentan el riesgo de cálculos renales.
Síntomas de cálculos renales
El riesgo de cálculos renales puede afectar a cualquier persona y presenta síntomas clásicos. Inicialmente, surge un dolor intenso en la espalda o abdomen, de forma súbita y casi insoportable. El dolor irradia hacia la espalda o la ingle y puede variar en intensidad. Además, el dolor al orinar es otro síntoma común, especialmente cuando la piedra se mueve.
Cómo prevenir y tratar cálculos renales
Consultar a un médico es esencial para obtener el tratamiento adecuado. Generalmente, se recomienda aumentar la ingesta de agua a 2-3 litros por día. Analgésicos pueden aliviar el dolor y medicamentos específicos pueden facilitar la expulsión de las piedras. En casos más graves, procedimientos médicos como litotricia extracorpórea por ondas de choque, ureteroscopia o cirugía pueden ser necesarios para remover cálculos grandes.
Reduciendo el riesgo de cálculos renales
Para disminuir el riesgo de cálculos renales, es fundamental reducir la ingesta de azúcares añadidos. Adoptar una dieta nutritiva rica en agua y pobre en azúcar y sal ayuda a mantener la salud renal. Mantenerse hidratado es esencial, ya que beber bastante agua reduce la concentración de sustancias en la orina que pueden formar piedras.