Cada lustro, los ciudadanos norcoreanos participan en comicios parlamentarios para escoger a sus representantes. Sin embargo, únicamente Kim Jong-un y aquellos que él designa pueden postularse, perpetuando así su dominio absoluto sobre el sistema electoral.
Proceso electoral bajo la lupa
Los votantes de 687 distritos seleccionan a los miembros de la Asamblea Popular Suprema (APS), el órgano máximo del Partido Comunista. Aunque teóricamente la APS es responsable de legislar, en la práctica, un reducido círculo de hombres cercanos a Kim Jong-un concentra todo el poder entre sesiones.
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Cada distrito presenta un único candidato, previamente aprobado por Kim, sin rivales. Estos candidatos, directamente designados por el Partido Comunista, no enfrentan competencia alguna, garantizando así la perpetuidad del régimen.
Voto: instrumento de control
El sufragio es obligatorio para todos los ciudadanos que hayan cumplido los 17 años. Aquellos que no acuden a las urnas enfrentan duras sanciones, incluso con el riesgo de perder la vida.
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El régimen emplea las elecciones como una herramienta para llevar a cabo censos poblacionales y mantener el control social. Además, cualquier ciudadano cuyo nombre no aparezca en la lista de votantes es inmediatamente investigado, revelando así posibles desertores.