Un avance científico de gran impacto ha sido reportado por investigadores de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido. El estudio revela que el último ancestro común universal, conocido como LUCA (Last Universal Common Ancestor), surgió hace aproximadamente 4.2 mil millones de años. Esta revelación redefine nuestras percepciones sobre el origen de la vida en nuestro planeta.
El planeta Tierra, con una edad aproximada de 4.5 mil millones de años, indica que la vida comenzó en una etapa temprana de su existencia. LUCA, un organismo primitivo que compartía características con los procariotas, no dependía de oxígeno y probablemente producía acetato. Esta forma de vida, que no requería oxígeno, nos da pistas sobre cómo la vida pudo haber comenzado en condiciones muy distintas a las actuales.
La investigación, publicada en la revista Nature Ecology & Evolution, utilizó técnicas avanzadas como el reloj molecular para calcular los tiempos de divergencia de las linajes a partir de LUCA. Los resultados muestran que, a pesar de que no se esperaban tales antigüedades, estos hallazgos concuerdan con las teorías modernas sobre la habitabilidad de la Tierra primitiva. Sandra Álvarez-Carretero, bióloga evolucionista de la Universidad de Bristol, destacó: “No esperábamos que LUCA fuera tan antiguo, apenas algunas centenas de millones de años después de la formación de la Tierra. Sin embargo, nuestros resultados se alinean con las actuales teorías sobre la habitabilidad de la Tierra primitiva”.
En sus primeros días, la Tierra era un entorno radicalmente diferente al actual, con una atmósfera tóxica y la presencia de oxígeno solo emergiendo alrededor de 3 mil millones de años atrás. No obstante, la vida, en forma de microbios, apareció alrededor de 3.5 mil millones de años atrás, lo que sugiere que las condiciones podían haber sido estables lo suficiente para sustentar vida ya hace 4.3 mil millones de años.
El estudio también sugiere que los primeros ecosistemas se establecieron rápidamente, lo cual abre nuevas perspectivas para la posibilidad de vida en biosferas similares a la de la Tierra en otras partes del universo. Philip Donoghue, paleontólogo involucrado en la investigación, concluye: “Este estudio no solo redefine nuestra comprensión sobre el origen de la vida en la Tierra, sino que también expande las posibilidades de encontrar vida en otros planetas, subrayando la resiliencia y adaptabilidad de los primeros organismos vivos”.